Hay diversos factores que predisponen a padecer sinusitis: las anomalías anatómicas; el tabaquismo activo y pasivo; y la rinitis alérgica, que se asocia significativamente con la sinusitis crónica y, en menor medida, con la sinusitis aguda.
La rinitis alérgica es una enfermedad muy común (la padece un 30% de la población) y, en general, los síntomas se superponen con los de la sinusitis crónica.
Hay algunos síntomas que ayudan a diferenciar la sinusitis de la alergia. El picor nasal, los estornudos frecuentes, el lagrimeo y picor de ojos suelen ser comunes en ambas. Además de los síntomas anteriores, si la secreción de mucosidad es de moco claro, suele ser rinitis. En cambio, si la mucosidad es más espesa y amarillenta, es más probable que sea una infección de los senos paranasales.
El mejor tratamiento para la rinitis alérgica es la sensibilización, es decir las vacunas, aunque no siempre es fácil detectar todas las sustancias que causan la alergia y conseguir vacunas para todos los alérgenos.
Cuando la rinitis alérgica, debido a la congestión nasal y al deterioro de la función mucociliar (mecanismo que drena la mucosidad mediante pequeños filamentos, llamados cilios, que barren el moco fuera de los senos), ocasiona sinusitis, se acumula la mucosidad en los senos y se padecen los síntomas de la enfermedad.
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