El olfato es el sentido que nos permite distinguir miles de aromas agradables y nos alerta de olores que pueden ser nocivos e incluso puede influir en nuestras relaciones amorosas.
El olfato se deteriora con la edad y empeora más en los hombres que en las mujeres.
En el estudio Olfacat, dirigido por el responsable de la Unidad Rinología y Clínica del Olfato, Servicio de Otorrinolaringología, Hospital Clínic i Universitari de Barcelona (España) que incluyó a casi 10,000 participantes, el 93,1% de los participantes calificó subjetivamente su sentido del olfato como bueno o muy bueno, mientras que el 6,9% de ellos informó que su olfato era deficiente o muy deficiente.
En este mismo estudio, casi un tercio de los participantes reportó antecedentes de pérdida del olfato, la mayoría durante menos de una semana; la pérdida del olfato durante más de 1 semana fue más frecuente en los hombres.
En este estudio se vio que hay diversos factores que favorecen la aparición de trastornos olfativos como son los antecedentes de pérdida de olfato durante más de 1 semana, un traumatismo craneoencefálico, el embarazo y la propia sensación personal de tener un olfato deficiente.
Cabe destacar que un 5% de los participantes del estudio con deterioro del olfato fueron diagnosticados de sinusitis.
Pero no todas las personas tienen la misma capacidad para distinguir olores. En el mencionado estudio, los cuatro olores utilizados en el ensayo los detectaron un 80,6% (normosmia), fueron reconocidos por el 56% e identificados por el 50,7% de la población encuestada.
Existen diversas alteraciones del olfato en cuanto a la intensidad y a las percepciones.
La reducción del olfato se denomina hiposmia y la incapacidad total para percibir olores se denomina anosmia. Si la anosmia está presente desde el nacimiento se le denomina anosmia congénita, aunque, afortunadamente, es muy infrecuente.
Cuando hay un cambio en la percepción de uno o más olores, por ejemplo, un olor que era agradable deja de serlo, se habla de parosmia.
Finalmente, se denomina fantosmia a la sensación de percibir un olor que en realidad no está presente.
Dada la importancia del olfato es evidente que su deterioro y fundamentalmente su pérdida suponen una merma en la calidad de vida ya que afecta el estado emocional de las personas que lo padecen especialmente cuando es de forma crónica.
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